LA
CIUDAD DA LÁSTIMA
Definitivamente,
la ciudad debe tener alguna maldición, y nada de raro tiene que uno de esos destacados
sacerdotes que por esta ciudad han
desfilado predicando la recompensa de la vida eterna por la sumisión
incondicional a los depositarios naturales
del poder, cualquiera de ellos,
en uno de esos arrebatos de cólera santa, hubiera lanzado alguna imprecación en
contra de sus fieles y de la ciudad, por tanto pecado, y tanta adhesión al
liberalismo pagano, y ahí estamos pagando todos las consecuencias. Habrá que
hacer algo. No me pregunten qué, pero hay que hacer algo. Es que no damos pie
con bola, como diría Bolillo Gómez, pues siempre nos equivocamos a la hora de
escoger. Que Pauselino, que Manuel Guillermo, que Ramiro, que… que... que… Pareciera que el poder tiene la rara propiedad
de transformar a la gente, volverla amnésica, desleal, marrullera, corrupta, sin
escrúpulos, pues son unas personas antes de ser elegidos y luego sufren un
cambio extremo, al punto que reniegan de su propia familia, se olvidan de
quienes de alguna manera colaboraron en su elección, y comienzan a realizar todo aquello que antes
criticaron en quienes les precedieron en el festín del tesoro público, y
terminan aliados con aquellos que los combatieron, porque ellos si saben cómo
es la movida en las contrataciones y en los empréstitos, cómo es que se obtiene
la aprobación de los acuerdos
municipales, cómo se hace el reparto en las grandes obras y remodelaciones, etc.
Mirando la enumeración que hicimos atrás, podemos comprobar que ni siquiera un virtuoso
sacerdote pudo resistir a los efectos perniciosos del poder, y terminó siendo víctima de su cambio
extremo.
Lo que está sucediendo en Cúcuta es la mejor prueba
de lo podríamos llamar el
desgobierno. Esta pobre ciudad carece
por completo de autoridad, o las autoridades están ocupadas en no sabemos qué
clase de actividades, pero aquí todo el mundo hace lo que se le da la gana, sin
el menor respeto por alguna clase de normas. La gente se apropia del espacio
público donde quiere, cuando quiere, y de la manera que quiere; el tránsito es
un caos inmanejable: los conductores de autobuses dejan y recogen pasajeros en
cualquier sitio y no saben que existen normas de tránsito; algunos automotores
transitan sin placas y otros en un estado de deterioro tal, que en su recorrido
se van desintegrando; las motocicletas se adueñaron de las calles, de las aceras,
de los separadores, de las zonas verdes, de las cebras, sin que nadie se
preocupe por meterlos en cintura; por la
avenida los Libertadores circulan, sin control alguno, tractores, cargadores y
demás maquinaria pesada; la mayoría de los taxistas no utilizan el taxímetro y
cobran lo que les da la gana; el pico y placa, ni se respeta ni se hace
cumplir. Los grandes “empresarios”, como eufemísticamente se denomina
ahora a los propietarios de grandes
fortunas que florecieron de la noche a la mañana, son ahora propietarios de IPS que reciben licencia para funcionar en
cualquier garaje y en cualquier sitio de la ciudad, porque en las curadurías
cuando los ven llegar literalmente se derriten; nadie controla que se apliquen las
tarifas de los parqueaderos; no obstante los llamados de atención de sus
superiores, los agentes y oficiales de la policía convirtieron en parqueadero
particular la redoma de San Mateo. Para rematar, ya es “vox pópuli” el grado de enriquecimiento de algunos servidores
públicos, empeñados en aprovechar su cuarto de hora.
(Publicado en LA OPINION, hoy jueves 21 de Noviembre de 2013)
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