REFORMA A LA JUSTICIA, MAS DE LO MISMO
La repugnante mangüala en que terminó convertida la Reforma
a la Justicia, es el mejor ejemplo del desprecio que nuestros dirigentes
políticos sienten por sus electores, a quienes miran como los bastardos de la
familia colombiana, frente a ellos que se creen los depositarios naturales del
poder, y por lo mismo con autoridad para
hacer impunemente lo que les venga en gana. Recientemente, ya habíamos
comprobado cómo los congresistas se creen parte de una clase superior, y están convencidos
de que los votos obtenidos para acceder
a sus cargos de representación popular les conceden licencia para incumplir las
mas elementales normas de decencia y buen comportamiento, como abstenerse de
conducir en estado de embriaguez o someterse a la prueba de alcoholemia, -y
hasta califican de “bollo” a las clases populares-, amen de que los autorizan
para cometer toda clase de delitos, que por ser ellos sus autores merecen un
tratamiento especial, no obstante ser
cometidos con todo el cálculo y el refinamiento propio de los más
experimentados delincuentes. El sainete que hemos presenciado en el que el
propio autor y conductor de la reforma, el ejecutivo nacional, y los
beneficiarios de la misma, la rama legislativa y la judicial, luego del
escándalo promovido por los medios de comunicación, que sirvió para destapar
todas las porquerías acordadas en beneficio de todos ellos, salieron a
descalificarla y a exculparse, todos a una, comenzando por el presidente de la
República, y algunos de ellos, con una inocencia rayana con el ridículo,
alegaron en su favor que no habían leído el texto completo de la reforma, como
lo hizo el presidente de la Cámara.
(Publicado en LA OPINION. Martes 26 de Junio de 2012)
Sirva este caso
para relievar que engendros como este y comportamientos contrarios al interés
general son pan de cada día también en las asambleas y los concejos, donde, ya
es “vox pópuli” no se aprueba ninguna iniciativa del ejecutivo si los
integrantes de la mayoría no reciben sus correspondientes contraprestaciones,
de manera especial cuando los actos administrativos a aprobarse tienen que ver
con el gasto público, como acaba de ocurrir, según se ha filtrado, con el acuerdo municipal para la tramitación
de un crédito destinado a aliviar el enorme deterioro de la malla vial de la
ciudad, que según se comenta en los mentideros políticos, ya estaría aprobado
sin objeciones de ninguna clase y, por el contrario, con grandes elogios por
parte del Concejo, si el alcalde hubiera accedido a conceder el regalo que algunos
honorables concejales exigían, folleto en mano. Aunque no me consta, porque no
hago parte ni del ejecutivo municipal ni del Concejo, todas las objeciones de
tipo técnico surgieron porque al alcalde le pareció muy alta la exigencia. Averígüelo,
Vargas.
En contra de toda
esta corruptela, propongo realizar una protesta efectiva: En las elecciones
para congreso, asambleas departamentales, y concejos municipales, votemos en
blanco a ver si logramos sacudirnos una buena parte de esa fauna voraz que
tenemos instalada en cada una de esas corporaciones.
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