TAPEN, TAPEN
El
suceso del cuerpo de seguridad del Presidente Obama, en la cumbre de Cartagena,
ha servido para poner en evidencia, entre otras cosas, la doble moral que impera en este país de
apariencias y de falsos valores. No faltaron los mojigatos que mostrándose
escandalizados, salieron a echarse cruces y a despotricar en contra de lo que
calificaron descaro de Dania Londoño, porque se presentó en los medios de comunicación a contar los
detalles de la noche en que se fue a la cama con el escolta de Obama a
condición de que este le regalara 1 millón de pesos, como si fuera la única mujer
que en este País se dedica al mas antiguo oficio del mundo, ante la falta de
educación, de oportunidades, de fuentes de trabajo, y de un Estado que
garantice los derechos fundamentales de todos los habitantes del territorio
nacional. Teniendo en cuenta la desigualdad social y económica que existe en
Colombia, creo que Dania, como tantas otras mujeres que dadas sus condiciones
sociales y familiares son reclutadas con facilidad por toda clase de
proxenetas, merece mas indulgencia que todas aquellas que se dicen dignas, porque
gracias a su solvencia económica, hacen lo mismo, es decir, van por la vida
repartiendo sexo por gusto, y sin necesidad de exigir un pago en cada
oportunidad. Afortunadamente, la mayoría de las mujeres colombianas son
respetables y muy dignas, pero de las prostitutas, como en el caso de las
brujas, hay que decir: “que las hay las hay”.
Esos corifeos de la
fe desteñida que han salido a hacer gala de sus postizos valores éticos, han
tomado como excusa para irse lanza en ristre en contra de esta joven humilde, entre
otros subterfugios, que perjudicó el “buen nombre” de Cartagena y de Colombia. ¿Acaso
alguien se había atrevido a pregonar que Cartagena es un convento? ¿Alguien había dicho que Cartagena era
distinta a todas las demás ciudades del País, y del mundo entero, donde, sin
excepción alguna, se practica la prostitución y la promiscuidad, en ocasiones de
manera velada y en otras a la luz púbica?
Recordemos no más que hay ciudades como la capital de Holanda, donde las prostitutas se exhiben en cueros o
en sugestivos velos que dejan ver todos sus encantos al natural, como cualquier otra clase de mercancía. ¿De verdad
creen estos cortesanos del vicio rico
que la prostitución, en todos sus grados y modalidades, dejará de existir
porque ellos, en su gazmoñería, quieran ocultarla para no sentir remordimientos
de conciencia? Para completar este sainete, solo nos falta que el señor
Procurador General de la Nación, convoque en contra de Dania Londoño el
tribunal de la Santa Inquisición que dirige desde su curialiesco despacho, para
prenderle fuego en la pira de la opinión pública, en un acto propio de los sepulcros
blanqueados que viven con el Credo en la boca, y en la privacidad de sus
alcobas se dedican a fornicar con la mujer del prójimo.
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