LAS DENUNCIAS SOBRE EL I.C.B.F
Los múltiples y aberrantes casos de secuestros de menores, ejecutados en varias poblaciones
del País por funcionarios del Instituto
Colombiano de Bienestar Familiar, valiéndose de los incisos de la ley en
reemplazo de las armas de fuego que otros bandidos utilizan, -los que viene divulgando el programa de Caracol Televisión Séptimo Día-,
tienden un manto de duda sobre el papel que este importante instituto cumple
dentro del Estado Colombiano, desnaturalizando su rol en nuestra sociedad, cuyo
objetivo, por mandato de la ley, es “fortalecer
la familia y proteger al menor de edad”. Pero lo que mas indigna en el caso
de estas denuncias, es la forma como los funcionarios de ese instituto manipulan y engañan a los padres naturales de
los menores, aprovechándose de su
humildad y su ignorancia, convirtiéndolos
en víctimas propicias, por demás inermes,
de los
procedimientos irregulares y extremadamente crueles de lo que parece ser una red de traficantes de menores,
comoquiera que, en su gran mayoría, estos han ido a parar a manos de matrimonios
extranjeros que los han adoptado, muy seguramente previo el pago de grandes
sumas de dólares.
Estas dolorosas historias que de las que nos hemos enterado tantos colombianos a través del programa de televisión del periodista Manuel Teodoro, ameritan una enérgica reacción de toda la sociedad colombiana para que, de inmediato, se tomen medidas encaminadas a terminar con este repugnante delito, sin atender a las presiones que con toda seguridad se van a presentar, al amparo de solidaridades partidistas y compadrazgos políticos, y sin escuchar a quienes casi siempre esgrimen el curialesco argumento de que no podemos dañar la imagen del País, destapando otra olla podrida, porque, al contrario, esa es una reacción necesaria y conveniente en la lucha contra la corrupción. Es urgente que la Procuraduría General de la Nación, con sus procuradores regionales y locales a la cabeza, haga un pronunciamiento sobre estos vergonzosos sucesos, y adelante, por fin, una investigación seria en todas las regionales del ICBF, que permita, en asocio con la Fiscalía, detectar, enjuiciar y sancionar esta banda de criminales que explota el hambre y la miseria. De otra parte, si nuestros legisladores tienen todavía algo sensibilidad social, y sus quehaceres en favor de los dueños del País, los banqueros y los grandes empresarios, les permite recordar que Colombia es un estado social de derecho fundado en el respeto de la dignidad humana, debieran ponerle coto a este vergonzoso tráfico de niños, prohibiendo que los extranjeros no residentes en Colombia puedan adoptar niños colombianos, como ocurre en muchos otros países, para evitar que tengamos que seguir presenciando el denigrante espectáculo de turistas que casi a diario viajan a nuestro país a comprar niños, como si se tratara de micos del amazonas.
(Publicado en LA OPINION. Miércoles 25 de abril de 2012.)
me parece que también se debería mostrar la otra cara de la moneda,q pasa con los niños q son abusados,no solo física, psicologíca sino también sexualmente por sus padres o allegados eso también lo tienen q estudiar los niños no son mercancía pero tampoco son carne de pedofilos y estafadores
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