AÑO NUEVO, IMAGEN NUEVA
Creemos
importante que dentro de los cambios que se ha propuesto realizar el alcalde
DONAMARIS para bien de la ciudad,
incluya también, -con el apoyo y
coordinación de su Consejero para
la GESTION Y BUEN GOBIERNO,- la renovación
del concepto de servicio público, en una
campaña que vuelva amable y decente la
imagen de la administración municipal ante el ciudadano del común, lo que ha de
redundar no sólo en un merecido sentimiento de respeto y consideración de la
ciudadanía, sino en un franco ánimo de respaldo
y colaboración con los cambios propuestos.
Hasta
ahora ha imperado entre los servidores públicos la idea de que sus cargos los
hacen superiores a los demás, les otorgan privilegios frente a los ciudadanos
destinatarios del servicio, los
autorizan para violar las normas de
comportamiento ciudadano, y para tratar con desdén e irrespeto a los usuarios.
Debemos
enseñar a los funcionarios públicos, cualquiera que sea su rango o categoría, que el Estado, en ellos
representado, tiene como finalidad esencial, servir a la comunidad, y garantizar la efectividad de los
principios, derechos y deberes consagrados en la Constitución; que todas las
personas son iguales ante la ley; que las personas que se encuentren en
circunstancias de debilidad manifiesta, por su condición económica, física o
mental, merecen especial consideración y protección; que salvo los casos
expresamente establecidos por la ley, todas las personas tienen derecho a conocer
y examinar los documentos públicos; que la buena fe se presume en todas las
gestiones que los particulares adelanten ante las autoridades públicas; que los
servidores públicos son responsables por omisión, y por extralimitación de sus
funciones; en fin, que la función administrativa, que es la que ejercen todos
los funcionarios de la administración municipal, está al servicio de los
intereses generales y no de sus particulares apetencias. Todo lo anterior se
resume en la necesidad de capacitar a los servidores municipales en las normas
constitucionales relacionadas con la función pública, para que tomen conciencia
de que sus cargos no los convierten en seres superiores, y que sus funciones
deben ser ejercidas con el exclusivo objeto de servir a la comunidad, dentro de
lo estipulado por el ordenamiento jurídico.
Qué
bueno sería que cuando las personas se acercaran a las oficinas municipales
fueran recibidos con un “buenos días, señor, (o señora), qué se le ofrece, en
qué podemos servirle”, en lugar de ser ignorado, como hasta ahora ocurre, como
si no se tratara de alguien que, en mayor o menor proporción, contribuye a
pagar los sueldos de todos los empleados municipales. Qué agradable sería que el ciudadano que acude en demanda
de un servicio o a realizar alguna gestión, en lugar de encontrar negativas y
malas caras en los funcionarios municipales, se encontrara con caras amables y
personas dispuestas a colaborarle en la solución de sus problemas. Qué
conveniente sería colocar buzones en todas las dependencias municipales,
sugiriendo a los ciudadanos calificar el servicio y la atención que allí se les
presta, identificando al funcionario o empleado que lo haya tratado mal o haya
faltado a sus obligaciones reglamentarias. Para ello, debería imponerse la
obligación de que todos los funcionarios porten en sitio visible su nombre
completo y el cargo que ocupa, para que su desgreño o grosería no queden ocultos en el anonimato.
Publicado en el Diario La Opinion. Viernes 27 de enero de 2011
Publicado en el Diario La Opinion. Viernes 27 de enero de 2011
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