EL CNP
Lamentable, lo que está ocurriendo con el Colegio Nacional de Periodistas, que por descuido, desinterés o apatía de sus miembros, ha caído en manos equivocadas, por mil razones. Es una lástima que luego de estar presidido por gente honesta, brillante, desinteresada y emprendedora, hoy se encuentre en poder de quienes, aparentemente, se han dedicado a dilapidar los bienes que con tanto esfuerzo lograron atesorar personas como Carlos Ramírez París y Rafael Bruno, para nombrar sólo dos de la vieja guardia, mediante operaciones comerciales que dejan mucho que desear desde el punto de vista económico, o demorando innecesariamente pagos ineludibles, que a la larga se han vuelto onerosos por el exagerado transcurso del tiempo, aumentados por costas judiciales que bien se habrían podido evitar mediante acuerdos de pago negociados oportunamente, en lugar de encerrarse en un inexistente castillo, que creían inexpugnable a partir de su condición de periodistas.
Lo dicho pone en evidencia que la culpa no es de esos oportunistas, que ni siquiera dan la cara para explicar lo que han hecho, ni para responder por las obligaciones de la Asociación, sino que también corre por cuenta de quienes, por la razón que sea, han dejado que esas personas oscuras accedan a las posiciones que en otra época ocuparan personajes con sobrados méritos personales y profesionales.
Pero nunca es tarde para rectificar y volver por los fueros de una asociación otrora importante e influyente en nuestro entorno. Ese aparente detrimento patrimonial, y las triquiñuelas y las presuntas falsedades que se han denunciado públicamente, no pueden quedar en la impunidad. Es necesario que se hagan las averiguaciones y se establezca la responsabilidad que pueda caber a los directivos actuales, porque esos recursos, que son de todo el gremio, no pueden terminar siendo botín de guerra de unos pocos. Pero para ello, es necesario que los verdaderos periodistas, los periodistas de viejo cuño, con sus más destacados líderes a la cabeza, consoliden un bloque mayoritario, y acudan a rescatar la Junta Directa, de manos de quienes la mantienen secuestrada desde hace varios años, sin convocar a elecciones. Con toda seguridad, van a tener el respaldo de las nuevas clases de periodistas, que con una formación académica y ética apropiadas, se han trazado horizontes muy alejados de los resentimientos y frustraciones que presiden las actuaciones de algunos agremiados.
(Publicado en el Diario La Opinion. Miércoles 2 de marzo de 2011)
Lo dicho pone en evidencia que la culpa no es de esos oportunistas, que ni siquiera dan la cara para explicar lo que han hecho, ni para responder por las obligaciones de la Asociación, sino que también corre por cuenta de quienes, por la razón que sea, han dejado que esas personas oscuras accedan a las posiciones que en otra época ocuparan personajes con sobrados méritos personales y profesionales.
Pero nunca es tarde para rectificar y volver por los fueros de una asociación otrora importante e influyente en nuestro entorno. Ese aparente detrimento patrimonial, y las triquiñuelas y las presuntas falsedades que se han denunciado públicamente, no pueden quedar en la impunidad. Es necesario que se hagan las averiguaciones y se establezca la responsabilidad que pueda caber a los directivos actuales, porque esos recursos, que son de todo el gremio, no pueden terminar siendo botín de guerra de unos pocos. Pero para ello, es necesario que los verdaderos periodistas, los periodistas de viejo cuño, con sus más destacados líderes a la cabeza, consoliden un bloque mayoritario, y acudan a rescatar la Junta Directa, de manos de quienes la mantienen secuestrada desde hace varios años, sin convocar a elecciones. Con toda seguridad, van a tener el respaldo de las nuevas clases de periodistas, que con una formación académica y ética apropiadas, se han trazado horizontes muy alejados de los resentimientos y frustraciones que presiden las actuaciones de algunos agremiados.
(Publicado en el Diario La Opinion. Miércoles 2 de marzo de 2011)
Y no será mejor crear otra asociación decente?
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