AHORA LE TOCA AL INPEC
Hace ya varios años rogábamos para que alguna autoridad decidiera emprender la tarea de sanear la Administración de Impuestos Nacionales, y señalábamos que si ese propósito se lograba, era razón suficiente para que el País quedara altamente agradecido con el gobierno de turno, y por cuenta de ese logro perdonara todos sus errores. Pues bien, a pesar de que creemos que el objeto del periodismo no es aplaudir a quienes cumplen sus competencias y ejercen con celeridad y acierto las funciones que sus cargos les imponen, porque es apenas lógico que así suceda, debemos destacar que esa tarea que parecía imposible hoy es una benéfica y agradable realidad para el País. Es posible que aún existan fallas y defectos para superar, pero la Dian de hoy, por lo menos en la parte de impuestos que es lo que conozco, en nada se parece a la de hace algunos años, cuando sus funcionarios, la mayoría sin capacitación, sin educación y con una idea equivocada de lo que es la función administrativa, movidos además por un falso orgullo, creían que por el hecho de trabajar en esa dependencia del estado, eran merecedores de venías, halagos y pleitesía, sin importar su carencias personales, que eran su mayor haber. Hoy, aun cuando para nadie es grato todo cuanto se relaciona con impuestos, es sorprendente y alivia el ánimo, el profesionalismo y la amabilidad de todos los funcionarios, la atención y el buen trato que se dispensa a las personas que en esas oficinas tienen necesidad de resolver alguna duda, o realizar cualquier trámite, sin reparar en su estrato social. No queremos hacer un elogio de esta actitud, porque es lo que debiera suceder en todas las dependencias oficiales y a cualquier nivel, pero si queremos resaltar el contraste entre los funcionarios del pasado y los de ahora, que no fundan su grandeza en su nombramiento, sino en su preparación, sus calidades y merecimientos personales, y no se sienten afectados, en su autoridad ni en su automestima, por atender con amabilidad y respeto a los contribuyentes.
Esta reseña nos sirve para decir que ya es tiempo de que el Gobierno Nacional decida y efectivamente reforme y sanee el INPEC (Instituto Nacional Penitenciario) a fin de retomar la autoridad y mando de todos los establecimientos carcelarios del País, hoy en manos de las mafias carcelarias, que controlan desde la venta de droga y armas, la asignación de celdas, alquiler de colchones y cobijas, pasando por la asignación de patios, acceso al servicio telefónico, manejo de caspetes (casetas de comestibles), etc., etc., sin mencionar el desgreño administrativo que reina en ese Instituto, respaldado por un sindicato que se quedó anclado en teorías caducas, y practica la tesis de que las prebendas de los directivos son más importantes que los intereses de la mayoría de la organización. Señor Presidente: Ahora, cuando recién comienza su mandato, y sus actitudes y ejecutorias le merecen una amplia mayoría de la opinión pública, tiene la posibilidad de cambiarle la cara al INPEC y a los centros carcelarios. No espere tener el sol a la espalda para intentarlo, porque ya será tarde.
(Publicado en el Diario LA OPINION. Miércoles 19 de enero de 2001)
Esta reseña nos sirve para decir que ya es tiempo de que el Gobierno Nacional decida y efectivamente reforme y sanee el INPEC (Instituto Nacional Penitenciario) a fin de retomar la autoridad y mando de todos los establecimientos carcelarios del País, hoy en manos de las mafias carcelarias, que controlan desde la venta de droga y armas, la asignación de celdas, alquiler de colchones y cobijas, pasando por la asignación de patios, acceso al servicio telefónico, manejo de caspetes (casetas de comestibles), etc., etc., sin mencionar el desgreño administrativo que reina en ese Instituto, respaldado por un sindicato que se quedó anclado en teorías caducas, y practica la tesis de que las prebendas de los directivos son más importantes que los intereses de la mayoría de la organización. Señor Presidente: Ahora, cuando recién comienza su mandato, y sus actitudes y ejecutorias le merecen una amplia mayoría de la opinión pública, tiene la posibilidad de cambiarle la cara al INPEC y a los centros carcelarios. No espere tener el sol a la espalda para intentarlo, porque ya será tarde.
(Publicado en el Diario LA OPINION. Miércoles 19 de enero de 2001)
Excelente la intencion de la publicacion, pero erroneanmente desenfocada, pues el desgreño, desorden admnistrativo ect. del INPEC, no reside en el sindicato y sus presuntas teorias caducas, el problema historico y de fondo se deriva de la falta de un serio compromiso gubernamental, pues se han probado soluciones superfluas, y muy mal orientadas, es decir sin estudio previo y mucho menos planeacion suficiente, en otras palabras las soluciones que han pretendido aplicar, no consultan la verdadera realidad del sistema penitenciario y su interaccion con la politica criminal actual, y como medianos paños de agua tibia, han resultado en despilfarro de presupuesto y rotundo fracaso, y claro esta el chivo expiatorio resulta siendo sindicato, lo que resulta altamente custionable, pues estos organos independientes no toman desiciones que tengan efectos directos y decisivos en la admnistracion penitenciaria, pues el INPEC tiene un Director de turno y a su vez nombra su equipo directivo, los que naturalmente poseen un exiguo conociento de la ciencia penitenciaria y por ende su capacidad de direccionamiento se ve gravemente comprometida y con malos resultados.
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