EL LÍO DEL TRÁNSITO
Como otras veces lo hemos mencionado, no todas las ejecutorias oficiales requieren reserva presupuestal, sino voluntad, es decir decisión o resolución, que según el diccionario de la real academia quiere decir ánimo, valor o arresto, aun cuando sabemos que esta clase de acciones no llaman mucho la atención de los servidores públicos, porque a ellos lo que les gusta es “ejecutar el presupuesto”. Ya es un hecho notorio el caos del tránsito en Cúcuta, -eso que ahora con gran refinamiento denominan “la movilidad”-, debido a la gran cantidad de motos que circulan por las vías sin Dios ni ley, transgrediendo impunemente innumerables reglas de tránsito, y produciendo daños en los demás automotores, porque las autoridades no le han concedido la importancia que el tema amerita, no obstante que a diario ocurren, por lo menos, entre seis y ocho accidentes que dejan muertos, mutilados e incapacitados, debido a la imprudencia de quienes deciden desplazarse a velocidades vertiginosas montados en un ruido que, por supuesto, a la hora de una colisión ninguna defensa ofrece, y el golpe llega directo al cuerpo del intrépido volador, causando destrozos muchas veces irreparables.
Creemos que todo el problema radica en la falta de instrucción, educación y civismo en quienes conducen esa clase de mortales vehículos, incluidos los encargados de hacer respetar la ley, quienes transitan en contravía y por las aceras, adelantan otros vehículos por la derecha, detienen sus vehículos en las cebras destinadas al paso peatonal, en fin, violan todas las reglas de tránsito, como si ellas sólo fueran obligatorias para los conductores de automóviles y demás vehículos de cuatro llantas. Además, da la sensación de que estos afanados conductores a todo momento fueran retardados para el matrimonio de un ser querido, y por eso violan permanentemente el artículo 94 del Código Nacional de Tránsito que los obliga a: a) Transitar por la derecha de las vías a distancia no mayor de un (1) metro de la acera u orilla; b) Cuando transitan en grupo lo deben hacer uno detrás de otro; c) No deben transitar sobre las aceras, ni lugares destinados al tránsito de peatones; d) No deben adelantar a otros vehículos por la derecha o entre vehículos que transiten por sus respectivos carriles. Por la forma como se irrespetan esas normas, a todo momento y por todos, da la impresión de que no se conocieran ni en las oficinas encargadas de regular el tránsito automotor. Espero que para justificar la falta de aplicación, no se vaya a decir como alguna vez contestó cierto conspicuo operador del derecho: “La norma dice eso, pero es más conveniente como yo pienso”.
En defensa de la vida y otros valores importantes, desde aquí nos permitimos sugerir a las autoridades una campaña educativa, o mejor una campaña de instrucción, dirigida a los conductores de motos, que por lo menos los obligue a leer el Código Nacional de Tránsito, acompañada de algunas sanciones que los disuadan de la idea de que ellos siempre tienen prelación en el tránsito. Otra sugerencia más: Ahora que se está tramitando otro convenio entre el Municipio y la Policía Nacional para el control del tránsito, debiera incluirse una cláusula que le indique a los agentes del orden que ellos también están obligados a respetar el Código, bajo una condición adicional: que se comprometan a leer esa cláusula tres veces, en voz alta, antes de cada turno de servicio.
(Publicado en LA OPINION. Miércoles 10 de noviembre de 2010)
Creemos que todo el problema radica en la falta de instrucción, educación y civismo en quienes conducen esa clase de mortales vehículos, incluidos los encargados de hacer respetar la ley, quienes transitan en contravía y por las aceras, adelantan otros vehículos por la derecha, detienen sus vehículos en las cebras destinadas al paso peatonal, en fin, violan todas las reglas de tránsito, como si ellas sólo fueran obligatorias para los conductores de automóviles y demás vehículos de cuatro llantas. Además, da la sensación de que estos afanados conductores a todo momento fueran retardados para el matrimonio de un ser querido, y por eso violan permanentemente el artículo 94 del Código Nacional de Tránsito que los obliga a: a) Transitar por la derecha de las vías a distancia no mayor de un (1) metro de la acera u orilla; b) Cuando transitan en grupo lo deben hacer uno detrás de otro; c) No deben transitar sobre las aceras, ni lugares destinados al tránsito de peatones; d) No deben adelantar a otros vehículos por la derecha o entre vehículos que transiten por sus respectivos carriles. Por la forma como se irrespetan esas normas, a todo momento y por todos, da la impresión de que no se conocieran ni en las oficinas encargadas de regular el tránsito automotor. Espero que para justificar la falta de aplicación, no se vaya a decir como alguna vez contestó cierto conspicuo operador del derecho: “La norma dice eso, pero es más conveniente como yo pienso”.
En defensa de la vida y otros valores importantes, desde aquí nos permitimos sugerir a las autoridades una campaña educativa, o mejor una campaña de instrucción, dirigida a los conductores de motos, que por lo menos los obligue a leer el Código Nacional de Tránsito, acompañada de algunas sanciones que los disuadan de la idea de que ellos siempre tienen prelación en el tránsito. Otra sugerencia más: Ahora que se está tramitando otro convenio entre el Municipio y la Policía Nacional para el control del tránsito, debiera incluirse una cláusula que le indique a los agentes del orden que ellos también están obligados a respetar el Código, bajo una condición adicional: que se comprometan a leer esa cláusula tres veces, en voz alta, antes de cada turno de servicio.
(Publicado en LA OPINION. Miércoles 10 de noviembre de 2010)
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