LA IMPUDICIA DE URIBE VELEZ




No es extraña la actitud de Uribe Vélez, ante la decisión de la Corte S. de Justicia de remitir copias a la Fiscalía General de la Nación para que se indague si Tomás Uribe cometió algún delito relacionado con el tráfico de influencias, pues este señor, que tanto mal le ha hecho a la institucionalidad del País, ha dado reiteradas muestras de ser un experto en crear cortinas de humo en torno a sus inadecuadas conductas y las de su familia.

Claro, el denuncio penal en contra del Magistrado Yesid Ramírez, parte de la confianza que a Uribe le inspira el hecho de que el gobierno cuenta con una mayoría abrumadora en el Congreso, y por ello está convencido de que el magistrado ya está condenado, y todo el mundo va a pensar, por ello, que Tomás Uribe es inocente. Nada más equivocado, por dos cosas: la primera, porque la condena que eventualmente pudiera recaer sobre el magistrado Ramírez, nada tendría que ver con la juridicidad de la conducta de Tomás Uribe, ni lo releva de responsabilidad penal. Lo segundo, es que Uribe apenas conoce lo que son las mieles del poder, pero todavía no conoce lo que es estar por fuera, y no tener la posibilidad de impartir órdenes, sino de pedir favores. Una cosa es tener al Presidente de la República pendiente de que se ejerza venganza en contra de sus enemigos y opositores y otra, a un particular, por muy ilustre que sea, rogando que acaben ellos. ¿A título de qué van a comprar los congresistas ese pleito personal, cuando, además, el nuevo Presidente, quien sí está en posibilidad de darles o negarles, les está pidiendo, a ellos y a los miembros del Gobierno, que hay que normalizar las relaciones con el Poder Judicial y que hay que ser respetuosos de todas las ramas del Poder Público?

Se equivoca Uribe si cree que por ser él el denunciante y corresponderle la investigación a la Cámara de Representantes, tiene una condena asegurada en contra del Magistrado Yesid Ramírez. Menos probable, esta quimera, sabiendo, como todos sabemos que la Cámara ni investiga ni sanciona a nadie, porque sus integrantes ni saben de eso, ni tienen interés en ganarse como enemigos a sus eventuales jueces.

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