OPORTUNISMO, DEMAGOGIA Y LAVADO DE CONCIENCIAS




El terremoto de Haití no podía ser desaprovechado por los privilegiados, para mostrarse generosos y solidarios con los desarrapados a quienes en tiempos de normalidad ignoran y desprecian, y si de ellos se acuerdan es únicamente para obligarlos a vender su fuerza de trabajo, a los precios que ellos imponen, como en Colombia acaba de ocurrir de nuevo, con el sofisma de que un salario mínimo justo y proporcionado causa inflación, pero no las exorbitantes ganancias de los banqueros, por ejemplo, cuyas cifras ya no se dan en millones, como sucedía antes de este gobierno, sino en billones.

Causa repugnancia, como sólo con ocasión de desastres tan lamentables como el terremoto de Haití, o el tsunami en Indonesia saltan a escena acaudalados artistas, deportistas, políticos, gobernantes, y toda clase de potentados del mundo entero, que con marcado oportunismo, y con el único y recóndito propósito de aliviar sus conciencias agobiadas por sentimientos de culpa, salen a obsequiar mendrugos para “aliviar el dolor ajeno”, según anuncian con gran escándalo a través de todos los medios de comunicación, cuando es evidente que nunca antes se han preocupado por la miseria que existe, por ejemplo, en Zambia, Franja de Gaza, Zimbawe, Chad, Haití, o en el mismo Chocó Colombiano.


Muchos colombianos nos estamos preguntando qué van a hacer el señor Alvaro Uribe y el lagarto mayor Valencia Cossio a Haití. Qué van a aportar con su presencia? No es eso oportunismo y demagogia? Acaso van a colaborar con el rescate de víctimas y sobrevivientes? Van a suministrar tratamiento médico a los enfermos? Van a poner orden en la caótica distribución de alimentos y suministros? Van a procurar albergue a los cientos de niños que deambulan por Haití en busca de sus familiares, o de un sorbo de agua? Todas las respuestas negativas a estos interrogantes nos conducen a concluir que no podían perderse la oportunidad de pararse en la vitrina en que se ha convertido Haití, para presentarse ante el mundo entero como personas sensibles y generosas, solidarios con la pobreza y la necesidad, cuando todos aquí sabemos que no han movido un solo dedo para aliviar la extrema pobreza que agobia a la gran mayoría del pueblo colombiano y, por el contrario, únicamente se han preocupado por aumentar las arcas de los poderosos y de la aristocracia que los apoya a cambio de su participación en el erario público a través de “préstamos no reembolsables”, desviando dineros que deberían destinarse a programas encaminados a disminuir la pobreza de la mayoría del pueblo colombiano, al que engañan con tretas demagógicas como las denominadas “Familias en Acción”, que en nada contribuyen a cambiar la situación de los desposeídos, quienes seguirán careciendo de lo necesario mientras no sean redimidos de su situación actual por un gobierno que con medidas efectivas los defienda del capitalismo salvaje que impera en países como el nuestro, que practica una democracia de papel, soportada en una sociedad miope y timorata, dispuesta a negociar sus principios a cambio de un caudillismo muy propio de los países bolivarianos, que a costa de ignorar a todos los demás héroes de la independencia atribuyen ésta a un solo hombre, como si ella hubiera sido producto de un decreto, y no de cruentas luchas en la que sacrificaron sus vidas muchos compatriotas cuyos nombres ya nadie menciona.

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