ME DA PENA QUEDARME... PERO TAMPOCO ME QUIERO IR
(Vladdo)
La “encrucijada del alma” resultó tan cantinflesca como la famosa “hecatombe”, porque todos saben en qué consiste, pero nadie sabe qué significa para el Salgareño de la Casa de Nari, que nos cree tan mensos a los colombianos como para no saber para dónde va. Uribe está como la dama que ante el acoso del novio va diciendo “tese quieto, no moleste”, cuando ya lleva los cucos en las rodillas, porque, los pocos escrúpulos que experimenta, son mínimos ante el incontrolable deseo de perpetuarse en la Presidencia. Lo único que espera es poder, luego de la consabida manipulación electoral, salir a decir que “el pueblo” no le ha dejado otra alternativa, y que por servirle a la patria se va a quedar en el poder otros cuatro años.
Sólo los furibistas, que se volvieron ciegos, sordos y mudos respecto de fenómenos como los asesinatos y desapariciones y otros frutos de la seguridad democrática, siguen creyendo inocentemente que Uribe es un hombre bueno que gobierna movido por sentimientos altruistas, que no le gusta el poder, ni el dinero, sublimando un hecho incontrastable: la inmensa carga de odio, resentimiento y sed de venganza que mueve y alimenta toda la hiperactividad que derrocha Uribe Vélez. (No tardaremos mucho en saber de las consecuencias somáticas de todo ese lastre psicológico)
La tal encrucijada del alma, como anoche comentaba ante un grupo de discapacitados (sordos), no es más que ese sentimiento que todos los Presidentes han experimentado cuando han visto acercarse el final de su mandato, y toman conciencia de que van a tener que soltar la ubre oficial, para que otros lleguen a amamantarse de ella. Claro que en este caso la encrucijada se origina en la fuerte tentación que siente de perpetuarse en el poder, convencido como está de que nadie en el mundo es capaz de gobernar como EL lo ha hecho, ni de realizar las hazañas que EL ha podido realizar, porque los méritos son solo de EL y no de los sicarios materiales y morales que lo han acompañado.
Sólo los furibistas, que se volvieron ciegos, sordos y mudos respecto de fenómenos como los asesinatos y desapariciones y otros frutos de la seguridad democrática, siguen creyendo inocentemente que Uribe es un hombre bueno que gobierna movido por sentimientos altruistas, que no le gusta el poder, ni el dinero, sublimando un hecho incontrastable: la inmensa carga de odio, resentimiento y sed de venganza que mueve y alimenta toda la hiperactividad que derrocha Uribe Vélez. (No tardaremos mucho en saber de las consecuencias somáticas de todo ese lastre psicológico)
La tal encrucijada del alma, como anoche comentaba ante un grupo de discapacitados (sordos), no es más que ese sentimiento que todos los Presidentes han experimentado cuando han visto acercarse el final de su mandato, y toman conciencia de que van a tener que soltar la ubre oficial, para que otros lleguen a amamantarse de ella. Claro que en este caso la encrucijada se origina en la fuerte tentación que siente de perpetuarse en el poder, convencido como está de que nadie en el mundo es capaz de gobernar como EL lo ha hecho, ni de realizar las hazañas que EL ha podido realizar, porque los méritos son solo de EL y no de los sicarios materiales y morales que lo han acompañado.
Yo veo que los opositores del Gobierno, y en especial los opositores del Señor Presidente, se preocupan mucho por la reelección, en lugar de preocuparse por buscar un candidato digno de enfrentarse a él. Vean lo que está pasando, por ejemplo, en el tal Polo Democrático, un Presidente de Partido que no deja jugar a sus contendores; vean lo que pasa en el Partido Liberal, muchos jugadores, con diferentes estrategias, pero ninguno dispuesto a unirse en pro de un objetivo común. Lo único que une a los opositores es "la inmensa carga de odio, resentimiento y sed de venganza inmenso" contra el Presidente y no un verdader sentimiento democrático y de patria.
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