QUE LA REELECCIÓN NOS COJA CONFESADOS
Definitivamente, el Presidente Uribe y todos los uribistas son seres providenciales, sin los cuales muy posiblemente este País estaría en manos de esos seres desadaptados de la izquierda, que sólo viven para criticar la corrupción y los desaciertos del Gobierno, y su obsesión, además del acuerdo humanitario, es darle educación salud y vivienda digna a los pobres, en lugar de dedicarse a trabajar mancomunadamente con los grandes capitalistas e industriales, para que éstos, en asocio con los banqueros y los terratenientes de Córdoba y Antioquia traigan progreso a Colombia generando más oportunidades para que los desposeídos tengan oportunidad de vender su fuerza de trabajo, al precio que los dueños del País la quieran comprar. Los uribestias, como injustamente algunos los llaman, no entienden cómo es posible que la oposición critique que se recorte el presupuesto de la salud, de la vivienda y de la educación para dedicarlo a satisfacer el deseo de venganza del Presidente para con la guerrilla, convencido como está de que matando a quienes comandan a las FARC, y al ELN, va a matar la corrupción oficial que él mismo ha patrocinado, y va a hacer desaparecer, como por encanto, la miseria, la ignorancia, las injusticias sociales, el hambre y la explotación que imperan en el atrasado pueblo colombiano. Para estos seres de mente privilegiada, los uribistas, resulta igualmente incomprensible que se critique que el hermano de un reconocido delincuente, cómplice de grupos al margen de la ley, sea nada menos que el Ministro de Justicia; tampoco aceptan que la gente reproche que el Presidente ande repartiendo puestos en las representaciones diplomáticas para ganar adeptos en las altas Cortes; que nadie esté complacido porque el organismo de inteligencia que depende directamente de la Presidencia de la República ande espiando hasta las conversaciones telefónicas de los opositores del Gobierno, que cree exculparse anunciando que también sus miembros eran espiados.
Estamos presenciando, amigos, la hecatombe a la que Uribe “EL UNICO” hizo alusión hace ya varios meses, y ahora, ante la inminente expiración de su mandato, con esa modestia, esa sencillez y mansedumbre propia de los seres superiores, no sabe qué hacer, ni para dónde correr, porque, en su sentir, Colombia no ha parido otro hijo que pueda gobernar este País como él lo ha hecho.
A propósito de esos seres providenciales y únicos, que por su acendrado narcisismo se creen superiores e irremplazables, de los cuales ya tenemos ejemplos criollos, pareciera que en el Departamento están cocinando otro personaje de ese talante, porque, la verdad sea dicha, ellos no nacen así. De eso no tienen culpa sus progenitoras; no, ellos se hacen a través de los años, con la ayuda, el apoyo y las virtudes que sus patrocinadores se encargan de colgarles a semejanza de las charreteras que se ganan con falsos positivos. Lo que si esperamos es que nuestro paisano no resulte tan siniestro como el Presidente y ese grupo de esforzados colombianos que con el apoyo moral de los uribistas, y material de las fuerzas armadas, vienen limpiando a este País de todo cuanto para ellos representa ese pernicioso pensamiento de izquierda. Me refiero al título de un reportaje aparecido en LA OPINION del domingo 8 de marzo: “Después de William Villamizar Norte de Santander será otro”. Ojalá que cuando llegue ese “después”, el Departamento no vaya a estar azotado, con mayor fuerza, por la violencia oficial, y la descarada persecución contra los opositores del Gobierno, quienes por ahora no tienen derecho la intimidad, pero que en caso de reelección presidencial bien podrían terminar en la cárcel, acusados de estar apoyando a los terroristas que no comulgan con la seguridad antidemocrática instaurada por este régimen, que con paso firme camina hacia el totalitarismo.
Estamos presenciando, amigos, la hecatombe a la que Uribe “EL UNICO” hizo alusión hace ya varios meses, y ahora, ante la inminente expiración de su mandato, con esa modestia, esa sencillez y mansedumbre propia de los seres superiores, no sabe qué hacer, ni para dónde correr, porque, en su sentir, Colombia no ha parido otro hijo que pueda gobernar este País como él lo ha hecho.
A propósito de esos seres providenciales y únicos, que por su acendrado narcisismo se creen superiores e irremplazables, de los cuales ya tenemos ejemplos criollos, pareciera que en el Departamento están cocinando otro personaje de ese talante, porque, la verdad sea dicha, ellos no nacen así. De eso no tienen culpa sus progenitoras; no, ellos se hacen a través de los años, con la ayuda, el apoyo y las virtudes que sus patrocinadores se encargan de colgarles a semejanza de las charreteras que se ganan con falsos positivos. Lo que si esperamos es que nuestro paisano no resulte tan siniestro como el Presidente y ese grupo de esforzados colombianos que con el apoyo moral de los uribistas, y material de las fuerzas armadas, vienen limpiando a este País de todo cuanto para ellos representa ese pernicioso pensamiento de izquierda. Me refiero al título de un reportaje aparecido en LA OPINION del domingo 8 de marzo: “Después de William Villamizar Norte de Santander será otro”. Ojalá que cuando llegue ese “después”, el Departamento no vaya a estar azotado, con mayor fuerza, por la violencia oficial, y la descarada persecución contra los opositores del Gobierno, quienes por ahora no tienen derecho la intimidad, pero que en caso de reelección presidencial bien podrían terminar en la cárcel, acusados de estar apoyando a los terroristas que no comulgan con la seguridad antidemocrática instaurada por este régimen, que con paso firme camina hacia el totalitarismo.
Respeto mucho sus comentarios, entiendo varios de ellos y comprendo su molestia, sin embargo me parece que además de lo malo hay también mucho de bueno y uno no puede cometer los mismos errores que crítica ensañándose en contra de quienes no están en la lista de sus afectos. Reitero, el hecho crítico como tal es sano, lo que no es sano es asumirlo tan arraigadamente porque caería en el mismo error que el Columnista de Semana Daniel Coronell, que por andar despotrincando semana tras semana del Gobierno se olvidó de la objetividad, la veracidad y el equilibrio periodístico.
ResponderEliminarMuchas gracias. yo también respeto los suyos.
ResponderEliminar